Hay un camino estrecho que va por la cresta de una montaña
y acaba en un acantilado. A un lado está el mar de China, al otro el
Pacífico. Para pasar por él hay que andar con pies firmes, e incluso agacharse
un poquito para que no te tire el viento.
(...) las hallé en cuadernos sueltos, tuve certeza de que se necesitaban entre sí, que su soledad las perdía. J. Cortazar
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